Ágora, el colegio balear que supera a Finlandia
en el informe PISA
Hace dos años cambiaron el modelo
educativo. Juntaron las mesas. Los alumnos dejaron de sentarse en fila frente
al profesor. Se agruparon de cuatro en cuatro y de espaldas a la pizarra. El maestro dejó de explicar la lección y se centró en hacer
preguntas. Los críos buscaron respuestas y aprendieron a trabajar en grupo. El
método ha sido un éxito. Sólo dos cursos después de ponerlo en
práctica, el Ágora Portals Nous de Mallorca ha
arrasado en los resultados de PISA, el
informe educativo de referencia mundial, donde supera a los mejores colegios de Japón, Finlandia y Singapur en lectura, matemáticas y
competencia científica. Medalla de oro, plata y bronce respectivamente.
Este centro privado de Calvià ha obtenido una puntuación
de 540 en lectura, la más alta, por detrás de Japón (538), Corea
(536) y Finlandia (524), y muy superior a la media de la OCDE (496) y, aún más
de la española (488). En Matemáticas, Ágora consigue 544
puntos; sólo lo supera Corea (554). Mientras que en Ciencias (544) queda
tercera con Japón (547) y Finlandia (545) a la cabeza. El resultado es aún más
impactante si se compara con la media de Baleares que apenas alcanza 485 en
comprensión lectora, 476 en matemáticas y 485 en ciencias.
La explicación de estos resultados
está en la forma de aprender de este centro privado, el más grande de las Islas
y uno de los más jóvenes (desde 2008). «Más que fijarnos en la enseñanza, nos
fijamos en intentar ver cómo los niños aprenden más», explica orgulloso Rafael
Barea, el director del centro, quien dejó hace unos años el colegio Lluís Vives
para ponerse al frente del Ágora Portals con el objetivo de alcanzar la
excelencia educativa. Y lo ha conseguido.
El secreto es el aprendizaje
cooperativo. Los alumnos no se sientan en
fila mirando al profesor, sino en grupos de cuatro. Cada uno tiene un rol,
hacen muchos trabajos y proyectos en equipo y se trabaja mucho el flipped
classroom o aula invertida. Esto significa que, en vez de ser el profesor el
que explica todo el tiempo la materia, el docente prepara unos vídeos de corta
duración (no superiores a cinco minutos) sobre el tema que quiere explicar al
día siguiente en clase para que el alumno lo vea en su casa. Cuando los críos
llegan a casa, no abren los libros. Encienden la tele o el ordenador y estudian
dándole al play. «Ver el vídeo es muy sencillo y es más fácil captar la esencia del
temario», asegura el director.
Al día siguiente, aprovechan la
clase para hacer trabajos y proyectos sobre el tema. «Así afianzan los
conceptos con la ayuda del profesor», detalla Barea, en vez de estar todo el
rato explicando cosas que tienen que memorizar.
Ágora rompe con el colegio de toda la
vida. La aburrida clase magistral
se sustituye por el visionado del vídeo y por los deberes en clase, de forma
que «el alumno es el que trabaja, el que investiga y busca información, y su
aprendizaje es más profundo porque él está construyendo su propio aprendizaje,
a partir del tema que le han dado y con la guía del profesor», subraya el
director, que garantiza que este método es mucho más efectivo que el
memorístico.
Las clases son divertidas, llenas
de ocurrencias, de dudas y se respira ilusión por aprender. Los alumnos
plantean soluciones a problemas que plantea el maestro y desarrollan el
pensamiento crítico. Es lo que llaman Problem Based Learning:dejar
de repetir los apuntes como robots y trabajar en dar respuestas. Y el Challenge Based Learning: motivarles a usar las
nuevas tecnologías de forma colaborativa para resolver problemas del mundo
real. «Porque está comprobado que cuando dejan de memorizar, los resultados de
los niños son mejores», asegura Barea.
La sensación que tienen los docentes
es que los resultados de PISA tienen que ver con que los alumnos hayan
adquirido esas habilidades de saberse expresar, de saber buscar la información,
de hacer preguntas y de aprender de una forma diferente.
Desde infantil y primer ciclo de
primaria los niños aprenden chino mandarín, aunque la mayoría de asignaturas se
dan en inglés con profesores nativos o con un nivel de experto. «Los idiomas abren la mente», explica el docente,
especialmente el chino, que es muy gráfico y viene bien para las matemáticas.
Ya en Secundaria se inician en francés o alemán. Son plurilingües cuando acaban
los estudios obligatorios y al finalizar el Bachillerato todos superan la
Selectividad. Se enorgullecen de tener una tasa del 100% de aprobados.
En el aula de 5º de primaria ya
trabajan con las tablets. Han sustituido los libros de texto por la pantalla
táctil. Desde pequeñitos usan las
nuevas tecnologías en la asignatura y se les enseña en una clase de informática
poco convencional, donde aprenden a hacer un uso racional, codificación y a
diseñar las nuevas aplicaciones y el software que les serán útiles en su vida
profesional.
También forman a pequeños artistas.
Todos los alumnos aprenden al menos un instrumento musical y desarrollan su
capacidad vocal en las orquestas y corales del propio. Hacen representaciones y
conciertos. Cualquiera diría que están grabando un programa de La Voz Kids.
En clase de matemáticas, Paula
mueve las bolitas del ábaco sin pestañear. El uso de este método milenario le
potencia el cálculo mental. Así se explica que los niños del Ágora sean mejores
que los japoneses en cálculo. Porque no memorizan a la vieja usanza... y porque
juegan al ajedrez. «Las blancas mueven primero. El caballo en L...» Hasta
llegar al jaque mate María se ha exprimido las neuronas una barbaridad. Puede
que dentro de unos años, cuando haga el examen, logre superar a Finlandia.
La primera vez que se presentaron
·
¿En qué consistieron las pruebas? Alumnos de 15 años de todo el mundo
completaron pruebas en matemáticas, ciencias y lectura, así como un
cuestionario. Todos los niños que nacieron en el año 2000 participaron sin que
ningún alumno pudiera ausentarse de realizar estas pruebas. Ágora se presentó
por primera vez este año.